martes, 31 de marzo de 2009

Ozymandias






















De regreso del entrañable y divertidísimo viaje a Zaragoza (ciudad limpia y ordenada, modélica en su fidelidad al urbanismo racionalista, de cuyos méritos y fracasos es paradigmática) sentí el delirante impulso de ecoger como lectura, de la nutrida biblioteca familiar de filosofía, el superkiller librillo "El carácter neurótico", de Alfred Adler. Tras tantos meses invernando rodeado de manuales técnicos de gestión de la locura (menudo invierno neurasténico he pasado, habitando mi despachito como si de un manicomio se tratase), este libro me ha obligado a poner freno en seco a mis investigaciones amateur en torno a la demencia. Su paroxismo a la hora de indexar todas y cada una de las formas de demencia cotidiana llega a un límite en el que TODO parece chaladura: ya desde el índice anuncia sesudas explicaciones sobre por qué la envidia es una forma de neurosis, el deseo es estrictamente neurótico, eres neurótico si te masturbas, y tambien si no lo haces, digas lo que digas anuncia una neurosis de caballo, y si te callas es porque estás neurótico internable. ¿Conclusión? Estoy neurótico perdido, vosotros tambien, no podemos hacer gran cosa al respecto, así que intentemos vivirlo lo más felizmente posible.
Supongo que las largas parrafadas que he ido soltando desde este púlpito (ese término es un lapsus judeocristiano tremendamente neurótico) partían de la pueril pretensión de superar toda forma de condicionamiento, subjetividad, paranoia y romanticismo (valgan las redundancias) para vislumbrar una aproximación prístina y estéril de lo real: lamentablemente, lo único que he sacado en claro es que el ser humano es ontológicamente incapaz de escapar de su cárcel subjetiva y cualquier construcción sistemática del mundo (sea esta artística, literaria o científica) será inevitablemente performativa y contingente. Esa angustiosa impotencia de no poder alcanzar ninguna forma de conocimiento objetivo me da mucha rabia, pues demasiada pluralidad aboca a las presentes pesadillas posmodernas, imposiblilitando cualquier estrategia revolucionaria o progresista, cualquier fé o superación del yo, pues fuera de él no queda nada. Una mierda, en resumen.
Pero mi hartazgo respecto a la insustancialidad de los asuntos humanos me ha llevado a interesarme mucho por la robótica e inteligencia artificial, de la que soy fan absoluto. Huyendo de las formas de arte moralizantes cuyo fin único es el de glosar los dilemas morales de una forma zoológica tan poco sorprendente como la nuestra, me he encontrado tremendamente cómodo rodeado de ultracuerpos, HAL9000s, C3POs, psicópatas, Wall-Es y lenguajes binarios de todos los colores. La semana pasada, sin ir más lejos, revisioné con gran placer la tremendamente estimulante "THX 1138" de George Lucas, que además de ser de largo su mejor film, es la distopía futurista más desconcertante e intensa que podamos encontrar en la gran pantalla. Su ambientación es exquisita y asépticamente angustiante, cuenta con algunas ideas inteligentísimas (especialmente, los mecanismos alienantes usados por el poder, como el empleo de sexo y violencia en dosis sistematizadas), la fotografía es de matrícula de honor, y las escenas de la cárcel ya están en el olimpo del Gran Cine de todos los tiempos. Una película que tenéis que ver, pero en la versión editada originalmente y no ese bochornoso director´s cut en el que el merluzo de Lucas intercaló sus renders casposos para hacerla más dinámica y espectacular y, de paso, cargarse la potencia de sus elipsis. Ahora bien, la conclusión de este modélico film es un tanto previsible: lo humano reside en los sentimientos, y es preferible sufrir y errar bajo sus designios que alzanzar al excelencia a través de la razón y el orden. La misma aburrida tesis de Matrix, Yo robot, 1984 o X-Men: el ser humano, en su patética y errática pasión, es el gran tesoro del universo. Idea con la que disiento completamente, y en un hipotético litigio contra inteligencias alternativas, sería un feliz traidor de la causa humana.
Mucho más penetrante en ese sentido me ha resultado "Watchmen", pomposo tebeo que me shockeó en mis tiempos Marvel y que como película resulta perfectamente imperfecta: en su cobarde y puntillosa fidelidad al cómic sólo consigue producir una narración extraña y barroca, ignorando el hecho de que el tempo del 9º arte es muy diferente al cinematográfico, de modo que una adaptación del espíritu Watchmen hubiese debido ser muy diferente a una trascripción del tebeo palabra por palabra. Dicho lo cual, me ha quedado en claro lo tremendamente inteligente que es el original (pese a lo pedante y grandilocuente de su narrativa) y lo simpática y correcta que está la película. Pero saco el tema a colación por el portentoso personaje del Dr. Manhattan, una suerte de superhombre venido a más cuya moral cósmica dista mucho de ser cómplice del humanismo paternalistamente romántico que cabría esperar, y cuya némesis Ozymandias (el hombre más inteligente del mundo: desde ya, mi superhéroe favorito) consigue travestir la moral del bien colectivo apelando a una paradoja tan penetrante como descarnadamente real, en un final maravilloso cuya carga política está en las antípodas de la solidaridad líquida de la era post Clinton.
Watchmen, el comic, es una lectura obligada. Lo tenía olvidadísimo, pero gracias a la película me he dado cuenta de la sutileza de su moral, el bello crepúsculo urbano que cartografía (magnífica simbiosis de pánico nuclear en una ciudad de cine negro), la madurez y sequedad de sus especulaciones, la espartana belleza de la locura de Rorschach, y muy especialmente su sincera y certera exposición de los cimientos de la paz que disfrutamos, a través de una metáfora que finalmente, entre tanta seriedad y descreimiento, funciona como una curiosa y profunda reivindicación de la belleza y la bondad. Una bondad cargada de sangre, pero humana. Al menos, hasta que nos gobiernen los robots.
Ya escribiré largo y tendido sobre Watchmen. Da para mucho.

sábado, 28 de marzo de 2009







naturalezas muertas










miércoles, 18 de marzo de 2009

no ficción
















Si no fuese tan vago, me haría una camiseta con la cara de este señor, con alguna frase ad-hoc del tipo "La cena está servida, hija", o "Espérame en el sótano". Por aquello de la incorrección política. A los modernos les encantaría, estoy seguro.

panteísmo, paisaje, lenguaje binario















Ya tenéis en el emule un .rar con casi toda la discografía de Autechre en un único archivo muy cómodo y manejable que demuestra que este grupo, además de tener el mejor myspace del mundo, atesora una colección de composiciones que quitan el hipo. Curiosamente, su trabajo anterior al fundacional "Chiastic slide" me resulta hoy en día muy ingenuo y superado, en la medida en que la emotividad que pretendían transmitir lo ha hecho envejecer muy pronto. Desde ese disco, y muy especialmente desde "Confield", el dúo mancuniano abandonó sus arrebatos expresionistas y se centró en investigar timbres y estructuras sin innecesarias plusvalías sentimentales, con lo que su material actual resulta infinitamente más importante. Podría parecer que se trata de sonidos sin alma, pero en su renuncia a seguir los confortables patrones humanos a los que tenemos acostumbrados nuestros oídos han cincelado un lenguaje maquinal perturbador y de un purismo conceptual que roza el ascetismo. De hecho, en este tipo de audio tan robótico e inanimado, tan ajeno a lo que se espera que sea música (aparecen patrones desacompasados, los sonidos se autodestruyen, el ritmo no es tal, no hay un tempo claro en cada canción...) es capaz de producir una sensación de panteísmo electrónico si participamos contemplativamente de la experiencia.
Si Bach fuese teletransportado al presente y escuchase un disco de Autechre en un ordenador, creería sin duda de que lo que oye es la voz de algun tipo de espíritu o ente con vida, pues a fín de cuentas el ordenador hace lo mismo que cualquier ser vivo: habla, mira, siente, comunica, muta, opera, interactúa, produce arte. Para alguien que no haya sido educado en la idea de que el ordenador no es más que un objeto, le resultará inconcebible que se trate de algo sin vida. Nosotros, para llegar a dicha conclusión, y educados con conceptos un tanto obsoletos sobre lo que constiuye un alma, seguimos esperando a que los PCs lleguen por fín a desarrollar una conciencia (antes o después lo harán) para empezar a considerarlos entes y no meramente objetos. El panteísmo clásico, sin embargo, no necesita dar ese paso: una tribu africana puede considerar que una roca tiene alma independientemente de su incapacidad para actuar o tomar decisiones, lo cual no me parece una idea descabellada en la medida en la que el alma de el otro es una invención nuestra, mucho más que una realidad. Nuestra jerarquía vital del mundo (humanos - animales - vegetales - objetos) es tan performativa y nominal como cualquier otra, y mi asombro por las capcidades artísticas de los ordenadores me ha hecho comprender por fín lo que es en realidad el panteísmo, idea que en el fondo es completamente revolucionaria y que no es para nada incompatible con el psicoanálisis: por ahora los ordenadores no son capaces de tomar decisiones propias y las acciones que realizan se reducen a responder a las órdenes que les damos a través del lenguaje binario, pero teniendo en cuenta lo que dice Lacan sobre el lenguaje y el papel de el otro en nuestra identidad y capacidad operativa, no nos distancia mucho del mundo computacional. Pero dejo este rollo, porque parece que me haya vuelto loco y me decique a charlotear con la CPU: no se trata de eso, sino de admirarse de la naturaleza subversiva de considerar una máquina como un ente, y cómo esa idea pone en duda nuestra construcción de lo que es vida, inteligencia, identidad o conciencia. El paradigma del PC para explicar el mundo cada vez me resulta más sugestivo.
En cualquier caso, he subido las últimas canciones que he estado haciendo con el laptop, que como siempre digo no son más que los ruiditos que hace mi máquina puestos mínimamente en orden, y buscando encontrar el tipo de cosas que sólo una máquina puede hacer: por ejemplo, salirse del compás, que es algo que a las personas nos resulta casi imposible porque el ritmo nos distrae e intuitivamente cuadramos los tiempos, cosa que un ordenador no tiene por qué hacer. Lenguaje computacional puro, seguramente lastrado por el rollete bailongo del que no puedo escapar, pero que en el fondo está muy bien porque estoy convencido de que a mi ordenador le gusta verme contento y bailando. A nivel anecdótico, decir que haciendo estos temitas he comprendido la verdadera técnica de producción del dub (la música electrónica jamaicana de los años 70), puesto que me he dado cuenta de que lo que hacían era ralentizar loops y meterles reverb para crear esa sensación de silencio y paisaje tan misteriosa. Eran unos cracks esos jamaicanos.
En fín, los ruidos de mi ordenador están aquí y espero que si a alguien le gusta producir este tipo de frikadas amateur, se ponga en contacto conmigo por email.

viernes, 13 de marzo de 2009

Henry Hudson


































































Buscando info sobre artistas que utilicen plastilina y/0 material reciclado (en principio mi intención era hacer bricolage, pero al final y como siempre me he ido escorando a cositas más conceptuales) encontré a este tío, muy bruttish, de un feísmo delicado que me encanta. Como idea, el uso de plasticine me parece inteligentísimo, y su universo estético (pese a los tópicos del mundo Saatchi) es rico e inquietante. Otro ilustrador a seguir.

saritísima en quirófano






















Ayer, los Hortas no creían la increíble anécdota gore de Sara que en su día apareció en todos los zappings. No habiendo encontrado el video, en este link podéis encontrar la expliciación.
Añadir que Sara me parece nuestra mejor y más españolísima folklórica, con esa forma de hablar que parece que te está perdonando la vida, su mirada chulapona, su cutrerío, sus hijos que son completamente Montielescos, sus viejas trifulcas con Marujita , su hairstyle y estilismos en general (post-baroque?), la incapacidad de su garganta para emitir algo parecido a música (su entonación haría las delicias de Schaeffer o los ruidistas vieneses), su legendario paso por Jolibud mucho antes que Penelope (Gary Cooper, se cuenta, pidió que una extra la sustituyese en la filmación de un beso pues Sara herself le resultaba repulsiva), sus nebulosas portadas en el Hola!, sus cachondísimos matrimonios (Tous era freako, pero el cubano Toni Hernández era kitsch hasta en el pestañear), la cámara oculta que le hicieron, el impagable anuncio en la MTV...
Sabíamos que su piel no es todo lo natural que cabría esperar, pero el detalle de las orejas de quita y pon resulta tan cool, que sólo alguien como ella podría narrarlo con tamaña osadía castiza.
España necesita una nueva Sara, para tomar el café con Carmen en Cine de Barrio los sábados por la tarde.

jueves, 12 de marzo de 2009

vhs fetish





























































































































































Qué desgracia tan grande ha sido el desmoronamiento del cine indie serie B-Z desde su apogeo en los 80, cuando los niños devorábamos maravillosos subproductos en el videoclub. En eso soy muy Tarantino: pasé la infancia hiponotizado con exploits de Mad Max (mi género favorito), gore italiano, sci-fi naive, películas de negros bailando breakdance, e ingentes cantidades de cine violento (ninjas, pandilleo juvenil, 2ª guerra mundial...). Ya no se hace cine de este tipo (tampoco novelas de este tipo, comics de este tipo...) y me parece un enorme déficit cultural, del que tiene la culpa la vanidad burguesa de aferrarse a "productos de calidad", sin posibilidad de error, ni excentricidades. La globalización se está cargando un tipo de productos que siempre resultan muy estimulantes: aquellos que no responden en absoluto a una voluntad artística.
Los verdaderos amantes del cine siempre tienen filias personales dentro de las películas malas. Por suerte, a base de rastrillos y del emule, estoy reuniendo los grandes clásicos de mi infancia: No es nostalgia, es resistencia.

lunes, 9 de marzo de 2009

cine parabólico

















Las fuentes bien informadas que me sirven de brújula me habían descrito como un despropósito de tal magnitud el "Vicky Cristina Barcelona", que me ha sorprendido el hecho de que la peli me haya agradado. Desde luego será recordada como una de las mayores excentricidades en la trayectoria de un clásico como Allen, siendo como es un film muy menor y descaradamente zarzuelesco, pero en su mimesis autoconsciente e hilarante del pulp de sobremesa termina por dejar un sabor fráncamente agradable. Hablo de mí, porque sé que a la mayoría de vosotros os ha parecido (como en principio parece lógico) un descomunal truño.
Mi lectura es esa: se trata de un folletín de Woody Allen jugando a hacer cine femenino de Sesión de tarde, y aceptando desvgergonzada y descaradamente los topicazos kitsch de un género tan poco estimulante. De hecho, si esta película la hubiese descubierto zapeando en Antena 3 una sobremesa de Domingo sin conocer su autoría, me habría parecido un entrañable culebrón con abundantes detalles de inteligencia que la hubiesen desmarcado de ese farragoso hábitat televisivo. Quiero creer que la descomunalmente absurda España que describe forma parte de una estrategia estética de homenaje al cine bonito de toda la vida (las pelis de Blake Edwards, Doris Day, el turisteo de postal a lo James Bond, las películas-río a lo "Tomates verdes fritos"...) que no hemos de tomar literalmente, porque el delirio neoromántico de esa celtiberia retropop que se nos describe alcanza momentos de sanísimo sonrojo: los personajes españoles, recién salidos del Carmen de Merime o la Verbena de la Paloma; el viaje en avioneta a lo Michael Bay; el graciosérrimo momento "Eric Rohmer reinterpretado por Spielberg" en el que los protas se van a las afueras de Barcelona...¡a coger moras en bicleta por un paisaje pseudo irlandés!); los espacios en los que transcurre la acción (resumiendo: en BCN SÓLO hay edificos de Gaudi, España entera es la Toscana y no hay Macdonalds sino tablaos flamenquísimos)... quizás en otras latitudes hayan transigido, por puro desconocimiento, con el bucolismo pintoresquista de esta Españita legendaria tan Hemigway, y seguramente la intención de Woody al utilizarlo haya sido una apelación simbólica a un entorno paradisíaco (una especie de Temptation Island modernista) más enriquecedora que la mera descripción real de lo que es una ciudad como Barcelona.
Respecto al argumento, se trata de la versión más rosa y moñoña del eterno discurso del neoyorkino: la pareja burguesa es una institución ficticia condenada al fracaso por la impulsividad de los amantes, pero resulta cómoda y, finalmente, la mejor opción vital posible porque proporciona una estabilidad impagable cuando el amor fou y pasional sale por la puerta y la ternura y la compañía entran por la ventana. La misma enseñanza moral (ya empieza a resultar reiterativa) de, que yo recuerde, Maridos y mujeres, Hannah y sus hermanas, Delitos y faltas o Match Point: gente inteligente y de vida cómoda, pero asustada ante el sedentarismo inherente a la pareja, pone en peligro lo confortable de su cotidianeidad cuando un amor destructivo se cruza en su camino, pero todo vuelve a su cauce normal en cuanto los protagonistas ven la luz de nuevo y rehacen sus vidas desde la serenidad y la sinceridad con uno mismo. Ni entro ni salgo en la validez de dicha ética, porque en estos momentos el arte como construcción moral no me interesa nada en absoluto.
He observado que, con los años, muchos grandes literatos (y ahí incluyo a escritores, cineastas, cantautores y pintores) en cuanto alcanzan cierta edad aligeran su discurso, supongo que con geriátrica sabiduría, y convierten sus obras en parábolas morales adoctrinante obviando matices y en las que, ante todo, se celebra la sensualidad como un contínuo y divertido jueguecillo cotidiano sin mucha importancia. Pienso en las últimas pelis de Rohmer, en los "discos adultos" de Paul MacCartney, la última época de Fellini o Bigas Luna, o incluso en Neil Young más aburrido; es cumplir los 60 y ¡¡poff!! todos ñoños contando las maravillas de la locura y el amor y el sabor de la papaya verde y todas esas cosas, sin muchos miramientos. Lo cual en ocasiones como ésta resulta muy simpático y guiñolesco: el perenne viejoverdismo de Allen y sus musas (inenarrable lo pánfila que resulta su reflexión sobre las relaciones a tres bandas), el "Síndrome de estudiante Erasmus" cuando Vicky habla con su novio, que está en la esquina más fea de NYC mientras ella degusta pan tumaca en una terracita condal; Cataluña con overbooking de curators, setentones fashion y ancianitos salidos de "El viejo y el mar"; lo rubia tonta que es Scarlett a lo largo de todo el metraje... Una frivolité loquísima y desmadrada en la trayectoria de Woody, que quizás en este tipo de zarzuelas kitsch alcance una segunda juventud que, desde luego, no va a encontrar en las más innecesarias y tontorronas "comedias inteligentes" para estudiantes de arte que nos regalaba últimamente, y en las que la angustia por mostrar constantemente su autoría jugaban muy en su contra. Olvidémonos pues de la parábola moral y quedémonos con el lado petarda que se ha sacado nuestro neurótico favorito de la manga.
Por cierto: Bardem está todo lo ridículo que su ridículo papel requería. Penélope, perfecta en su cliché de Sofía Loren histérica, guapísima y esforzadísima por hacer un Papelón (lo que no quita que hoy en día se regalen los Oscars). Scarlett, sexy y oscura como siempre. Y Rebecca Hall, por mí desconocida, toda una revelación, de lo guapa que es y de lo riquiña que resulta.

amigolem



















Ayer estuvimos viendo la muy solemne 2001 Una odisea del espacio del siempre ambicioso Kubrick. El rollo del "estilo trascendental" en el cine me encanta, la manera de filmar de Dreyer, Ozu, Bresson, Angelopoulous, Erice y compañía me resulta fascinante y pasmosa, pero la obra de Kubrick no funciona conmigo, siempre hay algo en sus pelis que resulta demasiado vanidoso y forzado, como si el hombre intentase producir films rigurosos y se quedasen únicamente en rígidos. Pero con todo la falaz y forzada que resulta, 2001 me parece su peliculita más divertida y fascinante, pero por mera referencialidad pop, resultándome su misticismo engolado mucho más swinging London y California dreaming que realmente trascendente: como space opera no tiene precio, y las coreografías geométricas del director se hacen gráciles y simpáticas, con esa mirada suya un poco neurótica por lo parsimonioso y obsesivamente minucioso de su espacio y su tempo.
El caso es que últimamente me rondan por todas partes las referencias al mundo de los robots y la inteligencia artifical, asunto de plena actualidad que, según el cibergurú Nicolás Negroponte será el gran desafío tecnológico de las décadas inminentes. He estado viendo una entrevista con Rodney Brooks, director del departamento de inteligencia artificial del MIT, y sus explicaciones respecto a la naturaleza de la lógica computacional de las máquinas de lenguaje binario son interesantísimas por sus analogías con la mente humana, resultando muy esclarecedoras por la manera en que explican cómo en los seres inteligentes se relacionan percepción, discernimiento y acción en una secuencia mucho más automática de lo que pensamos. La robótica ha evolucionado muchísimo en su acercamiento al siempre inalcanzable golem desde que ha centrado sus esfuerzos no en la construcción de alguna forma de conciencia, sino en la reproducción de actitudes y respuestas interactivas a los estímulos según una lógica acción-reacción en la que la idea de un sujeto consciente no sea encesaria. Tal y como entiendo a Lacan, el tema del sujeto u observador ya no es imprescindible en el diseño de nuevas formas de inteligencia, puesto que la naturaleza de ésta es mucho más robótica de lo que pensamos. ¡No somos más que robots que funcionan bajo un windows un poco retorcido y tortuoso! Lo cual por supuesto me resulta una idea encantadora, porque hay algo muy yeyé en el hecho de saberse un engendro biomecánico.
Me encantan las máquinas, cada vez más, y creo que los ordenadores han alcanzado ya un nivel en su particular evolución que los convierte en seres absolutamente inteligentes pese a no haber alcanzado la conciencia todavía. Quizás mi asombro y respeto por el lenguaje interactivo de las komputadoras tiene mucho que ver con la música electrónica, forma de arte absolutamente exquisita que como repito siempre es mucho más hermosa y verdadera cuanto menos de humano haya en ella. Esas canciones basadas en boings, pengs, booms y tschacks son ejemplo de la psicosis delirante con la que el hombre utiliza todo lo que cae en sus manos para producir arte, y un idioma muy poético a través del cual las máquinas nos muestran que, mediante sus cálculos y procesos binarios, los ordenadores son capaces de producir cosas bonitas. ¿La idea se os hace muy kitsch? Puede ser, pero cuando los robots alcancen la inteligencia artificial de facto, seguro que recordaremos el techno como el primer intercambio cultural entre el hombre y las máquinas pensantes.
He estado viendo tambien, en una de esas aparentes casualidades culturales, el DVD "Minimum maximum" de Kraftwerk, que a la sazón siguen siendo los mejores visionarios respecto a la particular relación entre naturaleza, hombre y máquina. El concierto, pese a lo mayores que se les ve a los cuatro de Dusseldorf, es una maravilla, una inteligente y sobria exquisitez en la que estos artistas demuestran el rigor y elegancia neoclásica de su investigación estetica y técnica del mundo mecánico como utopía de la razón, la más hermosa y coherente desde los tiempos de la Bauhaus. En ellos siempre ha habido un sentido muy frío y matemático de la poesía con la que últimamente me siento muy empático: la reivindicación emotiva de la razón pura como salida factible de las trampas de lo humano, el escapismo utópico de estar en el mundo como máquinas platónicas anestesiadas contra las trampas de la emoción. Lo cual, en el contexto del arte, constituye una paradoja que sólo puede resolverse en el paradigma del lenguaje binario. En su día, esta idea se truncó por torpezas como el superhombre, el triunfo de la voluntad, el racionalismo ingenuo y, bueno, el fascismo. Pero en la distopía computacional lo que falla es siempre el ser humano, por mucho que la ciencia ficción se haya encargado de amedrentarnos con la absurda idea de que nuestros utensilios de silicio empezarán a traicionarnos en cuanto tomen conciencia de su existencia y envergadura (Matrix, Yo robot, Blade Runner, el mismo HAL9000...) y más concretamente cuando empiecen a tener sentimientos. ¡Qué pereza! ¿Por qué nos esforzamos en que los robots tengan sentimientos? ¿No llega y sobra con tenerlos nosotros? En cualquier caso, esto de la robótica nos traerá más de un quebradero de cabeza en el futuro. Futuro que ya tard en llegar, porque estoy deseando jugar al chinchón con mi lavadora, hablar en lenguaje clicks ´n cuts con mi teléfono, tener un cachas de silicio que me planche las camisas, y un gélido e inerte golem de plástico al que contarle mis desconciertos y frustraciones. Un superjuguete, un replicante, mi c3po, un Deep Blue con una buena tarjeta de sonido.Un amigolem.

viernes, 6 de marzo de 2009

videos guarros gratis






















En una villa (eufemismo de pueblecito venido a más) de la Galiza más apostólica de los 80, el modo más natural para comprobar la existencia de algo tan sencillo como el vello púbico, era el trapicheo de revistas de putas en el recreo. No creo que los verineses seamos una excepción excesivamente casquivana o precoz, pero en 7º del muy vintage EGB ya existía una red underground consolidada de contrabando de petardos de tonelaje ilegal, fichas trucadas de coches de choque, golosinas portuguesas de importación y, lo más buscado, revistas supercerdas malrobadas a algún quiosquero matusalénico o negociadas con un hermano mayor corrupto. Aparecer en el cole con prensa libertina era, además de la única muestra de interés por los asuntos de "los mayores", una hazaña de malote que te proporcionaba más amigos que los donetes. Recuerdo que el ocio de los chavales que en 1987 contaban 12 primaveras, consistía en: consumo patológico de golosinas fosforescentes, partidas al Shinobi y el Ghouls ´n Goblins, tortazos en la BMX inspirados por Los bicivoladores, y busca y captura de fotos marranas (hablo en tercera persona porque a nivel autobiográfico os remito al Cero en gimnasia).
Había revistas baratas y casposas (el LIB, la de Charo Medina, el Ratos de cama), pero el luxury del porno eran revistonas de importación con fotacas a toda página, textos en varios idiomas (excepcto las onomatopeyas orgásmicas) y precios prohibitivos, si bien en el submundo de los alevines fluían gratuítamente. Sus títulos importaban casi tan poco como el argumento de sus delirantes historietas, pero todos recordamos con alegría nombres legendarios de la contracultura teen como Rodox, Color Climax o Teenage Bestsellers, auténticas enciclopedias del erotismo más explícito y políticamente incorrecto, protagonizadas por starlettes afurciadas de aspecto putanesco, y chamaquitos panzones y paliduchos con el gañanómetro a nivel Guinness: un horror, pero en aquellos tiempos, una delicatessen sensual capaz de producir más de un síndrome de Stendhal.
La nostalgia es capaz de acursilizar cándidamente incluso los despropósitos más delirantes, y máxime en personas involucionistas como servidor, que conserva (hasta nueva orden) muchos de aquellos viejos magazines. El caso es que con el tiempo supe que la casa que producía el material era la indie CCC (Color Climax Corporation), editora danesa que fue algo así como una versión escandinava (y por tanto, mucho más cerda y cañera) del muy yanky imperio Hustler. La verdad es que su historia está plagada de detalles recordables a nivel pop: fue la plataforma de lanzamiento mundial de John Holmes, el debut de Rocco, el hogar de Tove Jensen (mini pelandrudsca casi enana a la que disfrazaban de niña), fue la única mayor del triple x que sacó material pedófilo, fueron pioneros en los travelos caribeños y el bestialismo... mucho más radical que su archienemiga Private.
Ya sé que vosotros no sabéis de qué os hablo, que nunca habéis consumido porno, pero recomiendo que le echéis un vistazo a algunos loops setenteros porque la estética es muy muy especial, muy particular. Como los videoclips de Air o una versión exploit de Cuéntame. Por si acaso, aquí tenéis algunos.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Umor hintelijente





















Recién termino mi primera sentada detrás de un volante, que se ha saldado con clamoroso éxito: dos orejas (las mías, sobradas) y el rabo (ejem) con vuelta al ruedo (rotonda del Portiño) incorporada. ¿Senna, Prost, Alonso...? Bah... Aficionados diletantes. Empiezo a quemar goma, mis querid@s babies.
Aprovecho este post a modo de interludio para pedir a mis amables lectores ayuda en una de mis últimas y más inesperadas aficiones: los youtubes graciosos. De siempre, prefiero el umor hintelijente (cosas como esta, esta o esta) al humor inteligente, que generalmente se me hace plúmbeo y poco divertido (¿de verdad os reís con esto o con esto?). El problema es que el dandy que hay en mí a modo de superyo me hace sentir culpable cuando me sumerjo en los lodazales de los chistes malos, y en consecuencia ignoro qué hay que poner en el buscador del youtube para encontrar los videos más descojonantes. Además de rollo freaky, chistes vintage y sobre todo famoseo rhinestone, busco ante todo los típicos videos extraños del tipo "Noche de impacto", un poco en la línea de la gallega loca que linkeé más arriba. ¿Qué hay que hacer para saber cuáles son los videos más descacharrantes? Porfaplís, si alguien sabe de canales graciosos, links descojonantes o grabaciones impactantes, que me los haga llegar por cualquier medio. Que sé que por aquí hay mucha jente hintelijente...

Mamma Chine






















Me impactó muchísimo, en su día, la enseñanza de los CIAM respecto a la necesidad de reinventar cualquier disciplina artística a medida que nuevos mecanismos de producción permitan encontrar lenguajes nuevos dependientes no de las inercias heredadas, sino de la potencialidad ofertada por la nueva tecnología. Creo que los arquitectos asentimos con naturalidad a este punto de partida.
Por ello me parece imprescindible que la música generada por ordenadores suene a música generada por ordenadores, con todas sus consecuencias. Adoro las computadoras, a todos los niveles: como paradigma (y puesta en duda) de lo que llamamos inteligencia, como herramienta, como manofactura y como generador de experiencias sensoriales. Los sonidos que producen son fascinantes, y el modo en que trabajan (secuencialmente, a base de patrones numéricos, siguiendo su lógica metronómica, sin alma) tiene una potencialidad maravillosa que todavía no hemos más que empezado a investigar. Me encanta hacer música con ellos manteniendo las distancias, actuando fríamente y con el oído muy atento, disfrutando su propio lenguaje y su propia ética, que cuanto más ajena nos resulta más enriquecedora nos será. Por ello, la música que hago con ellos es tan primitiva y tan maquinal: creo que todo el audio computacional debería ser matemático y matricial, y de ello se derivan experiencias senoriales hipnóticas, espirituales y colectivas, de las que ya os he intentado hablar.
He hecho esta nueva canción, que como siempre es matemática y con sonido de lata (mi intención es que suene muy pre-windows) pero que está muy trabajada, porque me encanta hacerlo así: superponiendo patrones de 8, 9, 12, 15 y 16 pasos (lo cual es un lío) para descubrir las armonías que van apareciendo. Creo que el espíritu es muy cercano al de Steve Reich, de modo que una estructura muy rígida provoque encuentros y desencuentros imprevistos (que no aleatorios) de los sonidos. Es techno aunque me gusta mucho que haya silencios, y como ya he dicho anteriormente se trata de una construcción meramente geométrica. Quiero abrirme un myspace porque estoy seguro de que en algún lugar habrá gente que utilice el fruity de un modo similar al mío: como escuché en un documental "une musique surreal, repetitive et tribale".

Salvemos la cultura























Además de torpes e ignorantes, las proclamas por parte de las instituciones y ciertas gestoras de derechos de autor invocando un pomposo "salvemos la cultura", me parecen un sinsentido alienante frente a las que deberíamos mantenernos en guardia. Cualquier antropólogo sabe que lo cultural está siempre presente cuando hablamos del ser humano (sea en Atapuerca, en Wall Street o en Mikonos: donde hay humanidad, hay naturalmente cultura) y pretender que ésta se pueda acabar es una suposición de calibre def con cero. ¿Acaso corre el ser humano peligro de perder el hambre? ¿O de renegar del sexo? Pues tampoco se va aterminar nunca una de nuestras mayores peculiaridades zoológicas: la cultura.
Digo esto porque esa cultura que hipotéticamente hemos de salvar, es aquella que se muere porque se ha desligado del folklore popular. Cultura muerta, cadáveres nostálgicos de cuerpos consensuados anestesiados de cualquier propuesta desconcertante, que al sistema le resulta muy pacífica porque carece de la potencial subversión de la cultura a pie de calle como invención de lo cotidiano. Deberíamos escapar de todo arte subvencionado, pues éste es sólamente expresión de la voluntad del poder, y de su compleja red de construcciones morales. La ópera, el teatro clásico interpretado a la manera clásica, los cantautores, el mundo museístico, la moda de autor... son formas de expresión que hay que salvar porque su inutilidad hace que ya no resulten necesarias. Quiero decir: si pides una subvención para abrir un myspace, se reirán en tu cara; pero si quieres filmar un corto sobre un magrebí huérfano con cáncer terminal que se quiere casar con una rumana ciega víctima de abusos sexuales, si tienes suerte y amigos en el ministerio tendrás la pasta que necesites. Eso es salvar la cultura, se nos dice.
En esa cultura susceptible de ser salvada por los impuestos de la clase media, entra ese espantoso "buen cine" de los oscars que tanto repelús me da: fábulas de moral fofa como "Million dollar baby", "Babel", "La lista de Schindler" o "Hable con ella", films tan meritorios a nivel formal como despreciables por su pátina de hipnosis moralizante y lacrimógena. ¡Qué saludable me resulta degustar películas malas que escapen a esa cárcel moral de los valores más cansinos!
Ayer, Raquel y servidor nos metimos entre pecho y espalda una peliculita de serie B realmente divertida, de esas sin demasiado sentido y en las que lo estético prima sobre lo ético: la coñera Push, con ese filetón de torso neoclásico que es Chris Evans. Creo que, exceptuando a Ra y a servidor, a ninguno de vosotros le gustaría dicho film, porque en realidad carece de ningún asunto moral, ni de grandes palabras o discurso social inteligible (bueno, creo que a -x- le suelen gustar estas punch movies, pero le da vergüenza reconcerlo). Es una película iconoclasta de mutantes dando patadas que continúa la divertida moda actual de poner al día a los superhéroes como ciudadanos con problemas. El guión es tan tonto como cabría esperar, pero el conjunto es fresquito y entrañable, gracias al descaro y valentía de sus delirios, y lo desacompleada que resulta esta ensalada post-pop de referentes culturales a la sociedad de las megalópolis: los impresionantes paisajes de la Hong Kong en la que transcurre (ciudad que aperece descrita sin cursiladas ni exotismos gratuítos a lo Babel), el rollo de la manipulación mental (asunto siempre jugoso que nunca ha producido ninguna película olvidable), el flirteo con la estética del hentai pedófilo (la minifalda de la nínfula protagonista es de vértigo), la música moderna, superhéroes nerd, las nenitas precog, batallas en rascacielos under construction, mutantes de estética FIB... algo así como una exploitation superpop de "Lost in traslation" donde la pedantería existencialista y cool se substituye por mamporros a gogo, gente guapa, sentido del espectáculo y pulp computacional. ¡Con final abierto, por supuesto! Toda serie B que se precie merece una segunda parte...
Salvad la cultura si queréis, apoyad ese Gran Cine apolillado de la Coixet y las exposiciones de muebles para millonarios de la Caixa; las traducciones al gallego del Quijote (¿qué sentido tiene?) y el Príncipe de Asturias para José Carreras. A pie de calle, los folkies seguiremos disfrutando sin complejos de películas de zombies, literatura conspiranoica, sampling trash y estética de vertedero.
Cierro diciendo que durante un tiempo no daré el coñazo con mis lecturas. He empezado "Las palabras y las cosas" de Foucault y quiero irlo leyendo con atención y parsimonia porque creo que merece la pena, así que espero que me tenga entretenido hasta semana santa. No por nada el primer capítulo, tras un prefacio deslumbrante, está dedicado ni más ni menos que a Las Meninas.

martes, 3 de marzo de 2009

indie kitsch
















Con las maravillas que tengo en el incoming esperando a ser deglutidas (Reanimator, Re-sonator, 3 docus con la historia del techno, videografía completa de Kraftwerk, biografia de Foucault, Yo Cristina F, Dos colgados muy fumados fuga de Guantanamo, docus sobre ciberactivismo, videozine italiano sobre cyberpunk...) me fastidia especialmente haber perdido dos horas de mi precioso tiempo con una película tan ridícula como El luchador, entrañable pailanada a mayor gloria de Mr. Rourke y de la engolada vanidad de su director,tan adicto a las Palabras Mayores como pedantemente trash. Arofsky tiene todas las trazas para convertirse en el Ed Wood del cine indie, tal es su nivel de torpeza.
A ver, el film tiene su coña, es cierto, y de hecho disfruté todo el metraje alegremente por mi afinidad con el mundo que describe: becerracos cachas sin cerebro, conurbaciones rurbanas pobladas por urban rednecks, héroes americanos adictos al solarium y el rubio de bote, pilinguis de bares de alterne... La maravillosa America de Guns ´n Roses y Michael Moore, pero descrita con un cutriñento afán de poner el dedo en la llaga moral (ya sabéis, qué puros e inocentes son los corazones de las clases más desfavorecidas etc.) al modo "Cineasta yanky con ganas de premio fusila malamente el cinema verité europeo rollo Cannes". Vano intento porque los despropósitos gringos al respecto siempre se han saldado con infraproductos hilarantes que provocan vergüenza ajena. Ahora bien, si lo miras con ojos kitsch la cosa resulta muy pero que muy simpática, con una comicidad a la altura de "Hot Shots 2" o "Scary Movie": los planos de la nuca copiados de los Dardenne dan risa, los momentazos de Rourke leyendo son impagables, su Nintendo Superness como símbolo de miseria resulta supercool, el discursete final parece salido de cualquier astracanada saltimbanqui de JCVDamme, y los topicazos cursilísimos sobre el ángel caído, ya os digo, resultarían descacharrantes en una paridocha del calibre "Agárralo como puedas 4 1/4". Una bizarrada brutta de primer orden, que muy situacionistamente se coló en la gala de los Oscar.
America me parece un país maravilloso, su folklore no tiene precio y a fín de cuentas ellos inventan todo lo bueno, pero cuando intentan ponerse europeos dan mucha penita, o en el mejor de los casos hacen mucha gracia. Es una pena que algo tan hilarante como el pressing catch se convierta en cilicio antiglobalización a manos de indies pedantes, cuando en el pasado se hacían pelis tan buenas como "KickBoxer" de Van Damme o la genial "Suburban comando" del mismísimo Hulk Hogan, que os recomiendo porque es buenísima y no lo digo de coña.

lunes, 2 de marzo de 2009

jungiano























Hoy es noche electoral, y para paliar la desolación me he puesto a ver un DVD y a pensar en otras cosas. El film elegido como quitapenas es el celebérrimo "Alive" de Daft Punk que, por una cosa o por otra, no había visto todavía. ¡Es muy bueno, y me ha hecho recuperar la veneración por este legendario dúo! Sus últimos movimientos en disco no me habían gustado nada, y la sobreutilización del sonido filtered por parte de cientos de advenecidos los había quemado mucho: Thomas y Guy-Manuel fueron los Ramones de la 909, cuya sencilla e incontestable fórmula llegó a devorarles y aniquilarles. Pero, caray, este directo está muy bien, y la filmación es inteligentísima, muy moderna, y realmente te ves muy metido en el concierto. Musicalmente se han vulgarizado mucho desde que se alejaron del techno, lo cual es una pena porque en ellos es mucho mejor el modo en que tratan los sonidos (los mejores en lo suyo, sin duda) que las bromitas melódicas posmodernas que tanta gracia hacen a los indies.
¡Qué difícil se le hace a la cultura rock mantener la magia a costa de perder ingenuidad! Los chavales actuales, adictos al youtube, ya no pasan por el aro de una grabación live como aquellas ampulosas de los 80, porque las fórmulas de nuestros tiempos son poco menos que geriátricas ante sus espabilados ojos. La nueva generación se las sabe todas en cuanto a épica audiovosual, y es muy difícil sorprenderles: el modo en que está grabado este DVD es muy honesto, muy poco amanerado (aparentemente) sacándole punta a cierta estética vodaphone. Bravo por Daft Punk, me alegra que sigan potentes e inteligentes. ¡Han hecho una obra de arte maravillosa a partir de filmaciones piratas de teléfono móvil! Está divertidísimo y se ve muy fresco, muy real. Chapeau.

El día de la debacle, tras depositar mi papeleta (IU. lo digo sin presunción y sin reparo) me vine en tren a Coruña, y amenicé en viaje con los últimos capítulos de la autobiografía de Carl Jung, "Recuerdos, sueños, pensamientos". Admito que empecé el libro con una actitud un poco marujil, primero por el rollo gossipeo (lo siento, ya he incluido a Freud en mi santuario Pop como icono marujeable) y segundo para entender mejor el rollo que se trae este tío. Veréis, el Jung era un psicoanalista suizo que en su día ejerció de delfín favorito de Sigmund, hasta que cuan ángel caído traicionó a su maestro con sus malas artes de padawan. Desde ese momento se convirtió en celebérrimo pensador y psiquiatra, aunque muy vinculado con fenómenos de parapsicología y ocultismo que lo convierten en un rara avis fantacientífico y en divertido Frankensteincito de principios de siglo. Pero lo cierto es que leyendo el texto me he quedado sorprendidísimo: este señor no es que haya flirteado con el animismo o la santería... ¡¡es que es el mismísimo profeta de lo sobrenatural, la superchería y las supersticiones más psicomágicas!! De verdad os lo digo, sé que tengo siempre un enfoque muy racionalista y lógico, pero no se pueden decir las cosas que decía este señor con un mínimo de seriedad. Vale que Jung tenía 83 años cuando escribió este libro, pero no tiene absolutamente nada que ver con el psicoanálisis.
Por muy cerebral y escéptico que pueda parecer el que os habla, me encantaría tener pruebas de que lo mágico existe, y que el tipo de asuntos que tratan en Cuarto Milenio son verdaderamente inexplicables, pero mucho me temo que ningún experimento ocultista ha podido superar el más mínimo control científico. Se supone que la ciencia va avanzando y dando explicación a la mayoría de esas supercherías, y las animistas definiciones que Jung le da al Yo (una especie de espíritu épico de merecida trascendencia), el inconsciente (básicamente, un "otro mundo" donde puede pasar de todo sin explicación) o los sueños (mensajes ultraterrenales de los muertos y el pasado) resultan entrañables y curiosas, pero nada más. Ignoro si Carl fue un importante terapéuta, pero como literato no había por dónde cogerlo. Es una pena, porque lo de los arquetipos estaba muy bien, y la reivindicación afectuosa del inconsciente como algo bueno y sabio, muy necesaria ante los cenizos y oscuros psicoanalistas freudianos. Su punto de partida me gusta, pero las cosas que llega a decir, quiero creer que por culpa de la sanilidad, son demasiado underground pal body: que si le hablan sus muertos, que si ha visto el futuro, que si presiente mogollón de cosas, que si tras la muerte esto y lo otro... ¿Por qué no me pasan a mí estas cosas? Pobre realista materialista positivista racionalista de mí, que nunca presiento nada ni me hablan los espíritus ni... uy, la verdad es que no me gusta hablar de estas cosas. Dan mal rollo y parece que si las mencionas estás provocando que pase algo chungo...
En cuanto tenga tiempo quiero peinar internet en busca de algún fenómeno veraderamente paranormal que demuestre irrefutablemente que hay algo más. Mucho Lacan y mucho Marx, pero a mí lo que me gustaría es poder creer alegremente en la santa compaña. Si encuentro algo fiable, no dudéis de que os lo comunicaré.
... Aunque a decir verdad, hay fenómenos de ultratumba que no tienen explicación:¿cuál es la conexión entre el PP y Satanás?