viernes, 6 de febrero de 2009

la máquina inútil


































Siendo aún adolescente, me gustaba mucho el trabajo de Jean Tinguely, escultor suizo que producía esculturas maquinales orientadas a producir automatismos inútiles: me identificaba con el existencialismo de fabricar ingeniosamente máquinas que no sirvan para absolutamente nada. Hoy en día tales pesimismos no significan demasado para mí, pero Tinguely ha sido, acaso involuntariamente, un visionario del mundo de la reutilización, reciclaje y reorganización de manofacturas obsoletas. En cualquier caso, la idea de hacer esculturas a partir de máquinas me resulta muy interesante, y parece que hoy en día el más reputado en tales menesteres es el señor Jeremy Mayer, que tiene piezas a partir de máquinas de escribir y trozos olvidados de metal, que tal vez sean ingénuas y torpes a nivel museístico, pero que como arte popular están cargadas de interés, espontaneidad y belleza. Sin embargo, estoy en fase de miulitancia por la abstracción, así que el figurativismo de Mayer le resta mucha potencia IMHO.

Bien. Saco a esta gente a colación porque por fín he terminado algo parecido a un e.p., un pequeño minidsco de techno casero, que en espíritu tiene mucho que ver con la estética y la actitud de los machine artists. Me lo he pasado bomba haciéndolo, he aprendido un montón respecto a lo que me interesa en el arte, y me he sentido como los chavales de Birmingham en 1995: es música completamente autoindulgente, que no pretende gustarle a nadie más que a mí, y eso hace que haya recuperado la espontaneidad que empiezo a echar de menos en lo que escribo en el blog (pues terminas redactando pensando en el lector, lo cual es una limitación fortísima). Estas canciones me encantan, pero sobre todo me ha encantado producirlas, el proceso creativo y la estructuración de los patrones.
Me gustaría dejar claro que se trata de techno, muy cavernícola y rudimentario, pero que hay que escuchar con la misma oreja con la que pinchas a Jeff Mills, y no los discos de WARP. Me gusta que los sonidos suenen independientemente, cada uno con su cadencia y velocidad, superpuestos, con puntos de armonía y disonancia, buscando el efecto contrario al "muro de sonido": los patrones funcionan como líneas paralelas sobre bases de zumbidos en espiral, con momentos que se pueden bailar, y otros cuya dislocación rítmica crean una incomodidad que me resulta muy atractiva. Es el tipo de música que me gusta escuchar en casa: ritmo y estructura, nada más, y sonando al silicio y acero de la tarjeta de sonido.
Diría "espero que os gusten" pero no creo que nadie por aquí comparta mis gustos musicales. Pero estoy orgulloso porque, repito, las he hecho para mí.
Aquí las tenéis.

Sé que en breve dejarán de gustarme. Siempre sucede, con todo lo que creas: una vez lo terminas, tras un paréntesis tímidamente disfrutable, siempre piensas que deberías haber ido mucho más lejos. Es una sensación desconcertante pero bonita, porque lo que queda para tu posteridad es lo que has aprendido.