John Cale – At about this time Mozart…
Obscurum – In stagnation
Pan Sonic & Alan Vega – Incredible Criminals
Olga & Jozef – Superstar whore b2
James Ruskin – Cypher
Oliver Ho – Metaphysical
Foals – Red Sock Pugie
Prácticamente, aunque con matices, ha terminado el año laboral y el único lujo que en estos momentos no me produce stress (llevo la vida contemplativa en el código genético) es el de hacer planes. Por supuesto, no planes normales, modestos, sencillos, factibles. Los míos son planes del tipo “esta vez voy a salvar el mundo”, tal es mi megalomanía typical nerd. Seguramente se trate de la ingenuidad con la que uno termina por creerse los sloganes y aforismos de los famosos del tipo “si crees mucho en tu sueño, seguro que lo conseguirás”, que me empujan a buscar desesperadamente algún sueño para ver si me lo creo y lo consigo.
Pero antes de retirarme a mi cottage veraniego y desaparecer entre vapores rohmerianos y romerianos, no puedo evitar hacer pertinente crónica de la única experiencia freak que me han deparado estos últimos y penosos meses: las oposiciones. En este caso de secundaria, pero podrían haberlo sido de cualquier cosa porque la vida y obra del opositor en funciones se adivina bastante similar cual séase la materia a examinarse. Aunque en esta primera vez, servidor ha participado de los fastos opositivos con total indiferencia y en plan jugueteo, porque sumando mi vagancia, mi osadía y mi falta de tiempo hube de presentarme a la gran cita sin haber estudiado apenas nada. O para ser más exactos, sin haber estudiado nada. Una de las pocas veces en mi vida en que ejercí de canónico Ferris Buller, con las gafas de sol, la americana sobre el hombro y la corbata desabrochada, con el aliento oliendo a porros y saludando a la gente con un saludo hiphopero y un “qué pasa troncos”. Bueno, no en sentido literal (de hecho, apenas me moví de mi sitio, mi atuendo era completamente neutro y pretendí pasar desapercibido, con la típica coquetería del bueniño), pero así es cómo me sentí al acudir al aula y encontrarme a hordas de chaponas histéricas perdidas, interinos out-of-bounds corroídos por los nervios y el trankimazín, y un elenco de profesores con pose solemne y gesto temeroso (pasaban ellos más miedo que nosotros; pobrecillos). Tras años y años de nerd con la lección al dedillo, ya me tocaba saber qué siente el golferas en estos casos. Solo en mi pupitre, mascando chicle y mirando todo con cierto asombro, sólo llegaban a mis oídos extrañas expresiones del tipo “diseño curricular”, “baremo de puntos”, “metodologías cognitivas” o “competencias básicas”, en un inconsciente colectivo de neurosis burocrático-educativa del que parecían participar todos excepto servidor y un tarambanas medio indie que no paraba de hacer chistes malos a costa de la exigencia de redactar el examen en galego normativo. Todo ello con un ambientillo de supuesta Pompa Ministerial SUPERCUTRE porque no hay que olvidar que los procesos selectivos tenían lugar en cochambrosos aularios de un instituto de ladrillo visto vintage en la tan cuca como provinciana Pontevedra (lo de provinciana lo digo en el buen sentido; lo de cuca, no).
Reconozco que el sorteo de temas para el examen escrito me favoreció mucho: el bingo sacó la bolita correspondiente a un tema tan esotérico e inaprensible como “El arte del siglo XIX”, periodo que a servidor siempre le ha resultado especialmente llamativo y sorprendente. Así que ni corto ni perezoso, y con la temeridad del que no tiene nada que perder, allí me tenéis dándolo todo con el boli bic contando lo que se me ocurría pero siempre con la estrategia básica a la hora de redactar un examen: contextualizar lo poco que sabes de modo que parezca que dejas muchos otros conocimientos en el tintero por falta de tiempo. Un algo de exposiciones universales, teoría sociopolítica nivel ESO sobre “el cambio del mecenazgo de la aristocracia a la burguesía tras la Revolución Industrial” , impresionismo en plan El País Semanal, rollo americano y prevanguardias a tutiplén, y no veas el examen guapo guapo que me quedó.
Por desgracia no todo el monte es orégano y además de dominar los intríngulis del patchwork literario, es menester para entrar en el sistema educativo un conocimiento bastante sólido de los entresijos de la legislación vigente, los mecanismos organizativos de la vida lectiva, los documentos rectores de la docencia sistematizada y SU PUTA MADRE. Si os creíais que los arquitectos somos los únicos que utilizamos un lenguaje (de)Constru(y)do para parecer +_intel(y)gent.es, estáis equivocados: ahora la movida de dar clase ya no es como en nuestros tiempos, cuando entraba por la puerta la oportuna piruja de mates y soltaba el rollo, sabiendo que un cero era sinónimo de que eras un zote o un mangui. No. Ahora todo está sistematizado en plan wwweb2.cero, supersocial y sostenible, solidario e integrador paneuropeo, se utiliza un lenguaje pofresional que te cagas y la cantidad de barullo burocrático-administrativo que esta gente es capaz de armar, es de no creértelo. Ríete tú del Agrimensor K. y del Ministerio del Amor de 1984. Para meter un pie en un insti, son necesarias importantes dosis de metódica y creativa capacidad docente que toma cuerpo en documentos del trascendental calibre de Proyecto Curricular de Centro, Plan de Acción Titorial (esto parece sacado de un manifiesto de la Baader-Meinhoff) o Mesa da Normalización Lingüística. Papelotes que se redactan para la visita del inspector y que a buen seguro a los dos días terminan en la papelera o el WC más cercanos, pero que en el mundo Opos cuentan, y mucho. En mi caso, se me requería la defensa argumentada de ese Necronomicon post-techno que debe ser una Programación Didáctica en Galego Normativo, 15 Unidades Didácticas en 60 follas a unha cara e dobre espacio interlineal. Tras pasar una tarde en plan ctrl.+c y ctrl.+v a caballo entre interné y un texto que me pasó el Luís Blas, y a sabiendas de que el truño resultante era indefectiblemente indefendible, me las ingenié para cantar la susodicha e inexistente Programación con argumentos muy convincentes y molones pese a que nada tenían que ver con el documento que había presentado previamente.
Apelando a un contrastadísimo y trampérrimo catálogo de zalamerías dialécticas y filosoferías populacheiras que nunca me ha fallado, y a sabiendas de que los miembros del tribunal pensaban que la Teoría Estética de Adorno se refiere a un elemento decorativo y no al pope de los Franfurter, logré condensar en 8 minutos (disponía de 20, de los que el 99% de los opositores utilizaron en un 110%; así soy yo de chulo) un delirante megamix pedagóxico-patafísico-ectoplasmático de tan inusitado poderío de convicción oratoria como casposa carencia de contenidos. Al terminar, una chica del tribunal me sonrió. Yo no sabía dónde meterme de la vergüenza que pasé tras semejante ejercicio de caradura.
Un par de semanas después debía prepararme unos power-points desarrollando las unidades didácticas de mi coquetuela Pogramación, pero la verdad es que no me apetecía nada meterme en el embolao de googlear panochadas, redactar panochadas y salir al escenario a contar panochadas a viva voz. Así que ni corto ni perezoso me presenté a esa cita con las sábanas pegadas a mi mongocareto y les dije a los del tribunal “chorvitos, no contéis conmigo porque este menda tiene mejores planes para hoy”. En fín, no dije eso exactamente, pero esa era la idea: constar como presentado, y vía. Estaba convocado a las 9:00, y a las 9:03 ya estaba rumbo a la estación de trenes. Así perdí yo la virginidad de opositor.
No contaré más, puesto que HEY no lo olvidemos, las oposiciones son un concurso en el que sólo ganan los mejores, y en vista de que con la pavorosa Crisis que nos acecha tod@s terminaréis opositando en busca del ansiado pan, debo guardar mis ases en la gama para ser YO el próximo ganador del trofeo. ¿O qué os habíais pensado? En estos casos no hay amigos que valgan, y si pensáis presentaros a las mismas opos que yo (sean estas u otras) no me pidáis apuntes porque NI DE COÑA os los voy a prestar. HA HA HA HA!!!. Así que a modo de despedida enrollada os dejo con una serie de circunstancias que me han llamado mucho la atención en todo el periplo opositivizante:
1. Destaca mucho una peculiaridad muy extendida entre las examinadas más moñoñas, y es la de ¡¡acudir a las oposiciones con sus padres!! No daba crédito cuando 20 minutos antes de la hora H empezó el desfile de chaponas enfundadas en sus Bershka con sus progenitores como guardaespaldas, para darles apoyo y sentirse arropadas en este perro mundo. A ver, pedazos de retarded, ¿cómo podéis pretender ser la profe y acudir al examen entre lagrimones con la presencia MEGANERD de papuchi para estar más a salvo? ¿No será un poco el momento de volar del nidito paternal? No me extraña que los alumnos, ante semejantes amazonas y amazonos como tutores, conviertan las clases en un sálvese quien pueda en la que el docente es la víctima propiciatoria de todo el fuego discrecional. Pathetic.
2. En la asignatura de debuxo, el paisanaje concurrente es probablemente el más bohemio y floripondio. Que si una urban hippy rollo Amparanoia por aquí, que si un pintor chiflado con pelos Krusty por allá, que si una riot girl oversized en plan Beth Ditto por acullá… y sin embargo, el 99% de los presentes eran panolis universitarios con la individualidad tan desarrollada como una nutria, y con un carisma artístico de cero patatero. Alucino al ver que los licenciados de bellas artes son mayormente funcionarios de hastío kafkiano. ¿Y en las oposiciones de ADE, cómo debe ser la concurrencia? Hasta diría que los más bizarriños éramos los arquitectos, porque los artistas parecían consanguíneos a un Martínez-Bordiú.
3…Lo cual nos lleva a la conclusión de que cualquier persona humana que opte por convertirse en un funcionario es a)un angustiado y laborioso colibrí que siente pánico de los sapos y culebras de la vida empresarial, b)un iluminado con ínfulas de revolución desde el sistema, c)un vago de mil pares de cojones o c)alguien que pasa de todo, sólo quiere una vida tranquila y cree que su felicidad no tiene nada que ver con su trabajo. Personalmente reúno los requisitos a), b) y c), pero sospecho en el caso de la docencia hay una categoría d) formada por personas cuya vocación es dar clase. Bueno, y una e) con gente que gusta de llevarse a los ojos la lozanía de la juventud. Y apurando, tenemos la f) de sádicos que optan por redimir sus complejos adolescentes inasumidos martirizando a la chavalada a la que culpa de sus desdichas. Y la g) de las lesbianas galleguistas. Y la h) de los burócratas que no encuentran otro lugar para sentirse fuertes. Y la i) de los peter pans necesitados de un habitat confortable. Y…bueno, si un día apruebo, ya os contaré cómo se llega a la Z.
4. Como anécdota lisérgica y flamenca, os cuento que el último día y ya de vuelta a la Koru, presencié en la estación de trenes el culebrón más marciano y operístico que se me haya presentado jamás: la típica pimpolla gitana de 15 años se escapaba de casa en secreto para encontrarse en Francia con su amante también calé, que por lo que pude entender era un demonio de lo peorcito. En esto que aparece su madre por sorpresa en la estación, y a voz en grito le monta a la niña un pollo gótico-romántico que nos dejó a los payos allí presentes con el rictus descompuesto: Para mí estás muerta, voy a quemar tu colchón, cómo le haces esto a la abuela... La furtiva gitanilla aguantó el chaparrón Shakespereano entre lagrimones, con todo el inmisericorde peso de las ancestrales leyes gitanas azotándole la conciencia, mientras la mamma desaparecía del lugar con gesto de diva traicionada y yo me subía al tren pensando ¿se supone que si un día soy profesor tendré que lidiar con personajes como estos?... Fuck yeah!! No veo la hora de sumergirme por fín en un magma volcánico de familias disfuncionales, chavales con problemas de integración, muestras de violencia escolar subterránea y problemáticas sociales en plan El rey Lear vs. Madame Bovary. Esto promete.