lunes, 30 de junio de 2008

















Videosguarrosgratis.blogspot.com: He sido un gran admirador de tu obra desde que ví por primera vez "Happiness" hace ya muchos años. Siempre me ha asombrado la mirada tierna y cómplice con la que tratabas a personajes de extrema torpeza, con cuya forma de actuar me sentía muy identificado. No obran guiados por un sentido de lo moral, ni por ambición ni siquiera por pasión: sus actos respondían a una estrategia de supervivencia basada en huir hacia adelante sin un plan, intentando únicamente no herir ni ser heridos, a trompicones y egoístamente, machacados por un extenuante desconcierto y jugando al escondite consigo mismos.

Todd Solondz: Mi objetivo ha sido el de ilustrar la heroica ternura con la que perdedores invisibles de la sociedad del bienestar sacan adelante sus vidas entre la confusión, el hastío y la curiosidad por un mundo que les es siempre ajeno, infelices con sus falaces promesas de felicidad. Mis protagonistas rechazan el modelo de vida feliz que se les regala y se consumen en la persecución de su propio sueño.

VGG: Los protagonistas de tus películas suelen ser gente que tiene casi todo a favor para vivir cómoda y tranquilamente, pero es ese "casi" el que termina engulléndolos y convirtiéndose en el centro de sus vidas. Un deseo sexual inconfesable, una vocación escondida, la voluntad de organizar su biografía de una determinada manera, terminan por destruir su aparente confort y abocarles a un abismo que tiene al menos el valor de la fidelidad a su identidad. Son gente cuya "esencia" les encamina larga y parsimoniosamente al abismo, y es esa autodestrucción lo único de verdadero que termina por haber en sus vidas. El estado de confort y estabilidad en el que comienzan tus películas es siempre traumático, y sólo al desencadenar la deriva trágica los personajes empiezan a ser ellos mismos. Su incomodidad en un mundo burgués es tan angustiosa y feroz que cualquier pequeña chispa puede ser el catalizador de una reacción en cadena hacia un nuevo orden, igualmente insatisfactorio.

T.S.: No me gusta explicar a mis personajes en términos de "burguesía" u orden social alguno, porque los considero indivíduos cuya definición se debe leer desde lo individual y no desde lo social.

VGG: Sin embargo, hay algo tremendamente tramposo en tus guiones. En las historias que cuentas, el héroe desintegra su vida preexistente y se decide a atender sus cantos de sirena particulares (el silencioso padre pederasta que consuma la violación de un niño, la alumna que se amanceba con un profesor prohibido, la niña que decide ser madre contra viento y marea, la nerd que se envalentona para seducir al guaperas de la escuela) y esa voluntad de reencontrarse con sus deseos y esencias termina por ser siempre frustrante, cuando no directamente mortificante: el sueño perseguido se transforma en pesadilla vivida cuando se hace real, y al final los personajes se acomodan en una nueva situación vital mucho más dolorosa que la de partida, una vez comprobado que sus deseos incumplidos eran fuente de tragedia, y no de felicidad. La vida sin sueños posibles con la que terminan tus films es abismalmente invivible. ¿Acaso crees que el deseo es fuente de muerte y drama? Hay algo de catolicismo mal entendido en ese discurso.

T.S.: Frente al hipócrita conformismo que da a mis héroes una estabilidad inicial basada en valores consensuados que les resultan ajenos pero muy operativos (la fortaleza de los vínculos familiares con sus particulares tasas, la comodidad sedante de un trabajo aburrido pero alimenticio, la estabilidad de una vida conyugal en la que la insatisfacción sexual se compensa con respeto y orden), el aliento revolucionario con el que pretenden reorganizar sus vidas les lleva a un callejón sin salida. Pero lo que pretendo decir, quizás sin darme cuenta, es que muchos de los estatutos sociales que consideramos abyectos en la medida en que son castradores, al final garantizan unos mínimos de paz invisible que aunque estén cimentados en la mentira, proporcionan un nivel de tranquilidad emocional que para ellos quizás pasaba inadvertido. Muchas de las formas de vida presuntamente alternativos que los protagonistas se encuentran en su singular Odisea resultan ser exactamente igual que aquel del que pretendían huir, pero con formas y maneras diferentes. Yo no digo que soñar sea malo, ni destruir una vida angustiante peligroso; hay una heroicidad envidiable y necesaria en esa acción catártica de mandar todo a la mierda, pero considero que el mayor error que cometen es confiar en encontrar soluciones a través de los demás. Mis protagonistas, una vez vivido su éxtasis, vuelven al punto de partida pero están mucho más solos. Ya no pueden contar ni con los pactos sociales de los que huyeron, ni con los freaks que se encontraron en sus travesías. En la medida en que son freaks, deben encontrar la felicidad en su interior, y en soledad. Tal vez el discurso final de mi obra sea: el freak siempre debe estar solo, o dejar de ser freak.

VGG: No sé. Yo soy un freak, aunque me engaño no comportándome como tal. Intento compatibilizar una vida relacional basada en vínculos afectivos notables, con una individualidad muy particular plagada de secretos, dudas, valores intransferibles y deseos potencialmente destructivos. ¿Eso me condena a la soledad? "Soledad" es una palabra que me produce mucho miedo, la he sentido con mucha intensidad en mí, y cuando ha vuelto a mi vida me ha mostrado su lado más seco, vacío y mortificante. Hasta el punto de haber intentado de diferentes maneras dejar de ser un freak.

T.S.: Uno no puede decidir "dejar de ser un freak", porque es algo que afecta esencialmente a lo que somos, y ahí no hay nada que debatir. Si te sientes un freak, si hay necesidades en tí que no encuentran acomodo en tu realidad, puedes encontrar mecanismos para ejercitarlas en la intimidad de tu individualismo, sabiendo extraer lo de bueno que te puede dar la gente que te rodea y que, aunque no sea tan "freak", puede darte mucho afecto y hacerte sentir arropado. Creo que nadie tiene problemas con los freaks siempre que éstos no den excesivos problemas, y vivan sus idiosincrasias con discreción y prudencia. Además, en tu caso, mucha gente te anima a potenciar tu lado freak.

VGG: Tengo la sensación de que me animan a potenciarlo en la medida en que ignoran hasta qué nivel llega mi freakismo. Pero debo decir que...bueno, Todd, creo que ya no voy a hacerte caso. Admiro lo que haces, pero aceptar lo que me estás diciendo (que las individualidades extremas han de ser vividas en soledad) no va conmigo. Confío en que sí sea posible "mandarlo todo a la mierda" y salir bien parado. Encontar espacios en los que YO no sea el freak, sino que los freaks sean los demás. Hay gente como yo, otro mundo es posible...

T.S.: ¿Y qué va a ser de tí cuando dejes de sentirte un freak? ¿Imaginas y deseas un hábitat plagado de gente con tus mismas inquietudes? Es muy tentador construir tu identidad en la diferencia, llegar a un punto en que lo único que te caracteriza es el hecho de esforzarte en no ser como los demás, lo cual es paradójicamente una muestra de falta de personalidad.

VGG: Me gusta mucho el hecho de que tu romanticismo es una puesta al día del paradigma del héroe solitario del siglo XX, el de Kerouac o Salinger, pero trasladado a un mundo urbano donde el héroe no es un joven roquero y hermoso cuya ansia de libertad tiene mucho de estético, sino gente fea y madura que sobrevive asfixiada en su rutina.

T.S.: ¿Acaso te ves como uno de mis protagonistas? ¿Hasta tal punto llega tu neurosis victimista?

VGG: No lo sé, pero confiemos en que no.

T.S.: Confiemos en que no. Que tengas mucha suerte en la vida.

VGG: Gracias tío. Mucha suerte, y nunca dejes de sorprendernos y hacernos pensar.