lunes, 2 de junio de 2008

Por favor, deja de bailar en mi cabeza
























Rencor es lo que sentía hacia Stephin Merrit desde que comprendí que sus canciones no hablan de amor, sino sobre canciones de amor. Entender que mi fabulador favorito era finalmente un juglar que construía sus no-ficciones a través de retales vintage de ficciones pretéritas hizo girar mi cabeza y enviarle al baúl de las decepciones.

He vivido las canciones de los Magnetic Fields como si de un Nuevo testamento se tratase, aunque decir esta frase despierte muchas suspicacias y resulte poco creíble. Sé que todos los que me leéis habéis vivido algún tipo de comunión mágica, cada uno con su totem particular, con algún poeta de ultramar que os haya leído el corazón y haya contado lo que ha visto en él con una precisión micoscópica. Eso nos ha pasado a alguno con los Magnetic Fields, y el hecho de que la pasión de fan fatal resulte falaz y "de postureo", cuando no pueril y neurótica, la hace una experiencia, íntima y secreta, mucho más sagrada. Con la particularidad de que Stephin no relata lo que nos sucede, sino lo que soñamos que nos hubiese sucedido. Sus canciones, pura nostalgia de lo que nunca sucedió, no apela a los sueños de futuro, sino a las fabulaciones y anhelos del pasado.

"Distortion" ya nunca nos hará sentir lo mismo que sus anteriores discos, muy especialmente aquel "Houses of tomorrow ep" que debería estar muy alto en cualquier podio de angustia post-post-post-adolescente. Pero cuenta al menos con 3 o 4 perlas de emotividad enciclopédica capaces de derretir al intelecto más sarcástico y descreído con un ígneo nudo en la garganta. Especialmente la maravillosa "Please don´t stop dancing in my head", que es otro lindísimo ejercicio de rimas asombrosas sobre una melodía lánguida y suave marca de la casa. He aprendido a sentir como positiva la distancia que Stephin mantiene sus canciones fálsamente autobiográficas, y a identificarme con el nerdismo a la vieja usanza del que redacta su autobiografía a base de mentiras: ante la falta de vivencias dignas de ser recordadas, lo legendario se vuelve real y la ciencia ficción emocional deviene un posicionamiento de resistencia ante el mundo. Pero lo de el detachement entre el artista y el objeto que produce es algo sobre lo que ya he hablado y que no lleva a ninguna parte.

Lo que no impide que la música de los Magnetic Fields resultase mucho más contundente cuando todavía creíamos en los fenómenos UFO de los que nos hablaba.