sábado, 3 de enero de 2009

Reloj, no marques las horas






















Estoy terminado uno de los últimos libros de Jean Piaget, que como quizás sepáis es uno de los más importantes pensadores del siglo pasado: si todos asociamos a Freud con un diván, a Pavlov con un perro y a Derrida con un bote de laca,el fetiche piagetiano son los niños, al ser este suizo uno de los más lúcidos científicos de la psique benjamina.
El libro se titula "Psicología y epistemología", que como sabéis los que seguís el blog son mis dos grandes intereses actuales, y que por tanto ha sido una lectura intensísima de cabo a rabo. No explicaré el contenido pues intuyo que no os interesa demasiado, pero sí quiero expresar el balón de oxígeno que ha supuesto para mí el interesarme por corrientes de pensamiento más o menos "conductistas" o de "psicología genética", como contrapunto al imperio psicoanalítico al que siempre me he adscrito.
De hecho, gracias a estas aproximaciones científicas y topológicas a la mente, he desarrollado la intuición de que el psicoanálisis es la ciencia de la literatura y el arte. En mi organigrama de lo real, el psicoanálisis es ni más ni menos que "CRÍTICA LITERARIA APLICADA A LAS PERSONAS". No es una ciencia, ni debe serlo: es una disciplina performativa, misticista, especulativa y poética. Y tremendamente emocionante.
Asimismo he estado ojeando por tercera vez (y tercer abandono) una recopilación de textos del mendrugo de Umberto Eco titulada "La definición del arte", que en su endogámica y circular pretensión de acotar la esencia y límites de "lo artístico", termina como todos los filósofos puros atrapado en un pez que se muerde la cola. Hay algo que la gente como Eco (académicos y a la vez apasionados, gente del mundo artístico que lo pretende comprender desde fuera) y es el hecho (para mí irrefutable) de que el arte es la traducción de las sabias intuiciones de los locos al lenguaje de los cuerdos.
Pongamos un ejemplo, la estrofa "Reloj no marques las horas". El compositor que la escribió lo hizo como metáfora poética de su bienestar instantáneo. Pero cabe suponer como alternativa que de modo "patológico", un esquizofrénico se puso delante de un reloj, ignoró el hecho de que éste no es un ser vivo, y le dijo "¡reloj, no marques las horas!". El espectador convierte esa frase en poesía, al detectar en ella un grado de verdad.
Lo mismo se puede decir de cualquier obra de arte. "Las meninas" es un delirio respecto a la organización apriorísticamente natural de la representación, una falla en la secuencia lógica de la relación pintor-espectador. "En busca del tiempo perdido" es la sublimación de la fantasía narcisista del Yo todopoderoso. Y el "videosguarrosgratis" son los delirios paranoico-críticos de un neurótico que pretende diluír su melancolía y culpa a través de la desintegración de todo pensamiento romántico.
Hay algo muy snob en el hecho de valorar "la sabiduría de los locos" desde la cátedra académica del humanista ilustrado. Pero si algo he aprendido de mi tímido contacto con las drogas, de mis fracasos personales, del horror de la vida burguesa, de los callejones sin salida de la filosofía, es que en todo estado de locura hay una enorme lucidez, y que en última instancia los únicos que tiran del mundo para adelante son los perturbados. Y esto no lo digo como un gesto snob y diletante, sino con totalidad sinceridad.