martes, 9 de diciembre de 2008

Efecto Van Gogh


































El bueno de Vincent, el día que decidió tirar su oreja por el retrete, además de dar nombre a uno de los más insufribles grupos de pop donostiarra, permitió hacer carrera a un buen número de cantamañanas. Con el eterno argumento de que "un genio como Van Gogh no se comía ni los mocos en vida y luego se le reconoció su genialidad", hay una cierta psicosis por encontrar siempre al "Van Gogh actual" entre los artistas, pensadores y científicos menos interesantes y cuya hipotética genialidad sería sólo apreciada (como Vincent en vida) por unos pocos visionarios. Así que si las cosas te van mal en lo tuyo, siempre te queda pensar que vas a ser como Van Gogh: un cadaver exquisito a quien la historia ponderará en su justa y legendaria medida.


Ese "efecto Van Gogh" es habitual en un terreno abonado de dimes y diretes como es el de los físicos teóricos, que a fín de cuentas andan a tortas entre ellos a base de teorías, contra-teorías, deconstrucciones de teorías y meta-teorías. Todos contra todos. De hecho, aunque pensemos que los científicos lo tienen todo como super claro si lo comparamos con otras disciplinas, la realidad es muy distinta. Baste recordar las encarnizadas batallas y descalificaciones entre dos pesos pesados como Einstein y Bohr por un quítame allá esas pajas tan chorras como la naturaleza de la materia. Bien. El caso es que un divertido y cochambroso "nuevo Einstein" con perfil adecuadísimo para entrar en la leyenda (sin estudios universitarios, no existen apenas fotos suyas, marginado por el stablishment científico, apocado y nerd...) la ha montado bien gorda con un textito en el que pretende poner patas arribas la concepción canónica del tiempo como magnitud física. Aquí podéis encontrar una explicación a lo que ha pasado con este tío, Peter Lynds, cuya historia por supuesto devoré en cuanto tuve conocimiento de ella (si hay alguien proclive al efecto Van Gogh, ese soy yo, abogado de causas rarísimas). La verdad es que si te lees sus teorías, resultan muy pero que muy blandas en comparación con el rollo superkiller que se suelen traer los físicos teóricos, cuya literatura suele edificarse a base de complejísimas fórmulas matemáticas e indescifrables desarrollos conceptuales que vete túa saber lo que están diciendo. El de este señor sin embargo parece mucho más superficial porque se trata de una mezcla de filosofía y cutre física (un poco como el libro aquel de Stephen Hawking, que era una especie de panfletito populista y divertidísimo sobre el macrocosmos) que se puede comprender sin tener ni pajolera idea de qué es una integral o un número imaginario.


De hecho, lo que dice tampoco parece tan radical, ¿no? Pues según parece el tío ha formulado un modelo del universo bastante diferente al de la mecánica canónica. Estamos de acuerdo en que la física cuántica exige un alto componente de fé, al ser el tipo de ciencia que se basa en contradecir lo aparentemente sensato y al sentido común, y cuando te dicen que una cosa puede estar en dos sitios a la vez, o que puede teletransportarse, o que la materia no tiene masa, pues te lo crees y punto. Y de hecho hablan de cosas que nos rodean (los objetos, el espacio y el tiempo) en unos términos tan esotéricos que personalmente prefiero dejar de leer este tipo de artículos porque me da miedo convertirme en un Quijote cuántico, que a base de mal leer propaganda científica se vuelve tarumba. No sé si es que soy especialmente tendente a volverme psycho, pero esos fregados de que el tiempo no existe, que es una ficción generada por la mente humana, o que la mente modifica la materia, o que la materia es un movimiento pero no un objeto...ufff no sé es todo muy extremo y desconcertante. El propio Bohr ya lo decía a principios del siglo XX, "¡No puede ser que en el fondo el universo sea tan absurdo!", y Einstein desconfiaba de los modelos cuánticos porque consideraba que sus paradojas eran demasidado aterradoras. No sé si este nuevo pitagorín que parece ser Peter Lynds tiene razón o no, y de hecho me da igual, lo cierto es que estábamos divinamente tranquilos en la cosmogonía euclidiana y newtoniana, y estos fregados de los niveles más profundos de la realidad que la estudien los muy flipados. A mí me da mucho miedo. Pero eso si, el rollito del Peter Lynds como héroe y superstar mediática, no tiene precio.