viernes, 14 de noviembre de 2008

El Niño y la Nina

















































































































Ya es viernes, y la neurona solitaria ya no da para más. Así que me permito un par de recomendaciones kulturales que te kagas. Por una parte, las imágenes del post pertenecen a El niño de las pinturas, un graffitero de Granada un poco hasbeen que conocí garcias a mi prima Celine hace tropecientos años (¿o fue a través de Chuiqui? no lo recuerdo) y cuyo trabajo me encanta. Frente al urban art conceptual y previsible de Bansky (que en el fondo produce un material muy goloso para la cultura museística, a cuyo protectorado siempre ha estado abocado), este skater anónimo hacía arte callejero muy espontáneo y con poca coartada cultural, pero en mi opinión muy poético: esencialmente, pinta niños jugando, negritos y ancianos urbanitas. Echadle un vistazo si os va el rollo.
Y mi otra recomendación es bastante más PRISA, y se trata de la majestuosa diva Nina Simone. Nunca he sido ni de jazz ni de blues, porque el postureo de clase media que suele rodear ciertas negritudes me saca de quicio (nunca entenderé que BillyHolliday se haya convertido en un icono burgués de semejante calibre, al igual que Chet Baker o John Coltrane), pero lo que hace esta señora es sencillamente impresionante, y a la altura de Ella Fitzgerald, mi otra gran drama queen. Nina canta con un vozarrón sencillamente impresionante, elegante y contenida pero llena de pasión fría, acentuado por supuesto por su descomunal talento para el piano.
Esta mujer era la elegancia personificada, y su biografía no tiene desperdicio: pese a ser una mujer cultivada y con frmación clásica, nunca abandonó todo el macarreo lumpen del gueto en el que se crió. Por desgracia, es conocida únicamente por la música de un anuncio, pero si tenéis oportunidad bajaos sus grandes éxitos porque es realmente escalofriante.