miércoles, 1 de abril de 2009

fiebre del martes noche







Los 15 minutos de fama que Warhol reivindicó como derecho natural universal, han quedado un poco obsoletos ante el empuje de los tiempos: digamos que hoy en día todos merecemos 15 entradas en google. Por desgracia existe ahí fuera una masa anónima de marulos que no distingue un bit de un bocabit, y que si nadie lo remedia se perderán en el limbo de los no googleables y su recuerdo se perderá para la memoria universal en red. Como abogado de causas freakys, tenía pensado dedicar un post a uno de esos infraseres pre-windows tan poco webeables, porque surfeando por flogs y myspaces parece que en este planeta todo el mundo sea joven, guapo, moderno y famoso en potencia. El gañán del que os quería hablar es, ni más ni menos, mi monitor de autoescuela, un Torrente herculino que responde al nombre de Javier (Jabier para los amigos) y con el que he hecho muy buenas migas. Por si alguien googlea "Javier monitor autoescuela Fama Coruña", me gustaría decir que pese a su aspecto zarrapastroso de borrachuzas cascarrabias, su machismo kitsch, su voz rota por el Fortuna y su mala hostia en general, el menda es el primer Coruñés de Toda la Vida que conozco, y cuyas idiosincrasias celtibéricas me resultan muy interesantes por su milimétrica correspondencia con los tópicos de lo coruñés: Javier es defensor a ultranza de Paco Vázquez (que puso La Coruña más bonita que nunca), toda su familia es socia de la Solana (pese a que el único uso que le da es ir a ducharse y gossipear con los amigotes de vez en cuando), miembro destacado de las comisión organizadora de San Juan, se sabe las idas y venidas de todos los clientes del Odilo y el Bombilla, nadie le priva del vermut de las 12 y el gintonic de las 8, para él las mujeres se dividen en "follables" y "jubiladas tocapelotas" (paradójicamente, cuando su mujer lo llama al móvil, se muestra completamente sumiso y servil), y sus métodos docentes son muy poco ortodoxos: me lleva a hacer recados, me hace frenar en seco cuando un buen culazo femenino entra en su campo de visión, me enseña con minuciosidad los mejores métodos para incumplir las leyes de tráfico, me mete en embolados de todo tipo (increpa a las ancianas lentas en los pasos de peatones con groserías intrascribibles, aparca en triple fila y me deja en el coche "un minutito" que dura un cuarto de hora, amedrenta a los ciclistas...) y, en general, es UN FREAKY con el que misteriosamente me llevo estupendamente: los 45 minutos de cada sesión vuelan en el minutero entre risas, tacos, puteos mutuos y cotilleos sobre los asuntos herculinos más undergound. Recomendación para alumnos novatos: Javier es de entrada un señor callado y malencarado, pero si le tiras de la lengua y le cosquilleas el músculo de la risa, lo pasarás bomba.

Pero no me extiendo más sobre este particular porque prefiero comentar el hecho de que ayer asistí al primer concierto de math-rock de mi vida, y me ha entusiasmado. Acompañado del junior que véis en la foto adjunta, y de modo bastante casual, acabamos en el centro social de Montealto rodeados de fumetillas, lesbianas aficionadas al pogo, algún homeless bizarro (de piedra me quedé cuando me confesó que sus flamantes Nike le habían costado la friolera de 120 euros) y blogueros ilustres que siempre están donde hay que estar, cayendo todos en el peligro que suponen las birras a 80 céntimos. Como ratas tras Hamelín, henos allí a tan diversos especímenes prestos a escuchar a dos bandas berlinesas de rock experimental que verdaderamente lo hicieron muy pero que muy bien: Don Vito y No-Nebraska. Ambos eran tríos chico-chico-chica, ambos facturan un rock matemático de ascendencia hardcore, y los temas que tocaron sonaron como huracanes caribeños, con unas estructuras trabajadísimas y cortantes como un cuchillo (patrones de 3,4,5,6 y 8 pasos en un mismo tema, cambios de ritmo al unísono cuya milimétrica ejecución nos dejó sin habla...). Este tipo de música a la vez fría y volcánica depende completamente del talento que muestren en la articulación de sus ritmos, hasta el punto de que suelen parecer "un batería con músicos de acompañamiento", y en este caso detrás de las baquetas había dos chavales con una técnica deslumbrante, al servicio de síncopas bailables y eléctricas, chillidos cavernícolas muy rítmicos y metronómicos, un poco de expresionismo feísta, y mucha electricidad. Para mí, una revelación absoluta: llevo mucho tiempo sin escuchar música de guitarras y me ha dado ganas de desempolvar mis discos de los popes de este tipo de música: Don Caballero, Battles (mis favoritos), Maps & Atlases, Bastro, Deerhoof...Grupos que utilizan el esquema instrumental del rock arquetípico pero desde una óptica metronómica mucho más habitual en el universo del techno. Pero lo mejor de asistir a este tipo de muestras de talento amateur, es la confianza que te dan en que es posible hacer muchas cosas que creemos increíbles, y que quiero plantarme allí un domingo con el laptop y dar un conciertito a mi manera, y que sé que no soy el único en el mundo que escucha música con el oído puesto en el análisis estructural.