miércoles, 28 de mayo de 2008

matar al padre















Alejandro de la Sota, arquitecto español.

Conocido por sus proyectos de oficinas y despachos para el régimen franquista y por casitas para familias honradas de la época, además del tejado de un colegio, se ha convertido en un referente para el academicismo arquitectónico de nuestro país y en Maestro de Maestros. Sus innumerables apologetas destacan de su obra su caracter modesto, silencioso, carente de todo exceso y vanidad, su voluntad de servicio, la precisión e inteligencia de sus detalles constructivos y las "vueltas de tuerca" que daba a asuntos aparentemente obvios a través de un modo de proyectar en el que las apariencias anodinas e incluso feas encerraban en realidad grandes reflexiones arquitectónicas, apelando siempre al espíritu y a la materia. Era un arquitecto que gustaba mucho a los arquitectos.

Sin embargo habrá quien acuse al Maestro de puritano e integrista, de una ingenuidad cercana a la memez en sus comentarios respecto a la ciudad, incluso de reprimido y neurótico, con una especie de síndrome "pasivo-agresivo" arquitectónico . Que no le perdonan sus no pocas polémicas con sus colegas. Hay quien recuerda la disconformidad unánime de algunos (incultos) usuarios de los edificos que proyectó, el modo tan gallego y "riquiño" que tenía de despachar a sus colegas con afilados aforismos aparentemente inócuos. O quien afirma lo trasnochado de esa aproximación a la arquitectura en la que prima el detalle constructivo y el "que parezca que no ha pasado un arquitecto por aquí", en una actitud respecto a su profesión basada en un laconismo cargado de vergüenza, sentimiento de culpa ante cualquier atisbo de follie y represión ante lo sensual, lo visible y lo alegre.

Decía Erich Fromm que "el impotente busca volverse omnipotente a través del control". Esta cita no tiene nada que ver con este post pero me apetecía dejarlo caer.

Yo lo único que digo es que Diós nos libre de sus seguidores: ha sido especialmente pródigo en discípulos con poca cultura y menos sensibilidad que se han aferrado al método sotiano para legitimar la incompetencia y lo aburrido de su obra. Sus seguidores odian especialmente a Santiago Calatrava, Zaha Hadid y Alberto Campo Baeza, por "flipados" y por hacer arquitectura espectáculo. Como dijo una vez un amigo, "yo me moriría de corte si fuese Raya de Blas, hiciese un proyecto que lo único que tiene es el detallito constructivo, y resultase que me entra agua y se me pudre el cerramiento".


¿Es que en arquitectura todo el mundo ha olvidado ese imperativo histórico tan legítimo y tan freudiano de Matar al padre?