martes, 8 de abril de 2008

Psé



















































Uno de los tópicos más veraces que se me ocurren es el que asegura que el género masculino es incapaz de expresar sus sentimientos. A lo largo de los años he convivido con varios chicos con los que he pasado mucho tiempo y que, a la postre, han sido grandes desconocidos para mí. No sé si es únicamente por inseguridad, pero he constatado que a cualquier hombre le resulta prácticamente imposible hablar con naturalidad y franqueza de sus emociones. E intuyo que esa incapacidad no se limita a lo que se cuenta a los demás, sino a lo que nos decimos a nosotros mismos.
Muchas veces siento esa impotencia como una tortura, como una cárcel de la que debería escapar, pero por ahora es algo superior a mí. Tiendo a pensar que, como gay, se me supone un nivel de franqueza emocional superior al de los demás tíos, lo cual resulta muy frustrante, pero me reconforta observar que todos los hombres que me rodean son igualmente esquivos a la hora de compartir las cosas que rondan por sus cabezas. El género hombre es un animal complicado que empieza a aburrirme. El hartzago empieza con mi relación conmigo mismo, porque esa incapacidad de expresar deriva en incomunicación y aislamiento: por no mentir, hablamos de otras cosas, de vaguedades, de naderías, lucimos nuestros talentos con discreción y disimulo, pero probablemente cualquier hombre en el que puedas pensar es para tí, como para mí, un gran desconocido.
He comprobado que muchas veces las mujeres se excusan pensando "es que los tíos no tienen nada en la cabeza". Y quizás sea así, no lo sé, estoy harto de preguntármelo...vamos al cine, pon un disco, pensemos en otra cosa.